La incertidumbre en tiempos de pandemia y cuarentena


Podría decirse que desde que empezamos a atravesar este contexto de pandemia, o mejor dicho, cuando nos atravesó la pandemia a nosotros, nos irrumpió en un escenario mundial colapsado de “dichos y hechos” sobre Coronavirus. 


Las indicaciones médicas perfectamente explicadas y aplicadas en protocolos de proceder público, daban cuenta que cualquier error subjetivo, es una “al(arma)” contra la propia vida y del entorno, por lo que es conveniente no moverse de su casa. En la inmediatez se difundieron tips, recomendaciones y guías de qué hacer en casa, ya sea para “entretener” a los niños, o para “aprovechar” el tiempo, “No estamos de vacaciones” se replicaba, quizás en función de responder a cierto Ideal, desde una lógica de  “ocupar” por encima el lugar, el tiempo y el espacio, de lo que está pasando como si eso no pasara. Sin embargo, todo lo que se puede decir, incluso desde discursos cientificistas, no alcanzan a despejar la tensión y el malestar. Pareciera que no se trata solo de “entender”, de “poner voluntad”, de apuntar a un “yo-consciente” sino que el contexto de pandemia y cuarentena hizo emerger al “sujeto-inconconciente”. 


Lacan en el seminario XVI “de un Otro a un otro” dice, “Nunca, jamás surge un sujeto sino porque el hecho es dicho”. Y pese a todo lo que se enuncia, hay algo que escapa, algo que es imposible de decir, justamente, el decir, introduce lo imposible de decirlo todo, pero por ahí anda haciéndose sentir. 

Creo que algo estuvo desde el principio y a todos de alguna manera nos atraviesa, y a cada uno de un modo singular, la “incertidumbre”.


Hemos perdido la forma cotidiana de vivir que conocíamos. Tratamos de ser pacientes de esta situación. Buscamos otras “salidas” posibles dentro de este “encierro”. Logramos estrechar vínculos y hasta encauzar algo del deseo a través de la comunicación virtual. Sin embargo, no es sin la sombra de la incertidumbre. Digo “sombra”, la sombra es sombra de algo, pero también es algo en sí misma. ¿Incertidumbre por la existencia misma? Sí, a simple vista “Pandemia” significa muerte en masa, pero a su vez, la escena cotidiana para cada uno se detuvo y nos hace sombra, no sólo la finitud de la vida, sino también la sombra en sí misma de estar un poco muertos en este letargo. 


Los temores de contraer Covid-19, de perder un ser querido o allegado, los porcentajes alarmantes de muertes diarias. Salir a la calle por lo necesario y la sensación de que no pasa nada pero al mismo tiempo, que allí nos toque la muerte. Cuando pasara? Pasará? Este tiempo de cese laboral que efectos dejará en la economía, en el modo de retornar, en los proyectos? Pero como si fuera poco, no se trata solamente de la incertidumbre por el futuro, sino por lo incierto, “no-cierto” de este modo de existencia, este modo de existir.


En el mismo seminario, Lacan nos muestra en relación a la apuesta de Pascal, que la incertidumbre como el azar son capturados numéricamente. Lacan encuentra que Pascal enuncia que si se apuesta sobre la incertidumbre fundamental hay una chance sobre dos. Ejemplo “hay un partenaire o no?” “Dios existe o no existe?” Siempre se puede oponer a la proposición de la apuesta que lo que tengo lo mantengo. Es lo que se pone en juego cuando se tiene que tomar una decisión, no se elige entre una cosa u otra, sino a uno mismo como sujeto, sujeto barrado por la falta causa de deseo. Si no se pierde algo, se puede perder todo, es decir, uno mismo, su ser. No hay forma de saber los resultados antes de elegir y perder. 


Conocemos el término incertidumbre como falta de certeza. Lacan desarrolló todo un seminario sobre “La Angustia” (Seminario X), y señala que la angustia es “lo que no engaña”, porque la angustia interrumpe en un corte la economía del significante. “Los significantes hacen del mundo una red de huellas. Lo cual significa que el significante engendra un mundo, el mundo del sujeto que habla, cuya característica esencial es que en él es posible engañar. La angustia es este corte que abre y deja aparecer lo inesperado, la visita, la noticia, lo que expresa tan bien el termino pre-sentimiento, o que esta antes del nacimiento de un sentimiento.”  Allí reside la función de certeza de la angustia, y por lo tanto es lo que no engaña. “La angustia no es la duda, es la causa de la duda… La duda, los esfuerzos que invierte, todo ello no es sino para combatir la angustia, y precisamente mediante engaños. Es que se trata de evitar lo que, en la angustia, es certeza  horrible.”


Continúa en la misma clase que se titula Lo que no engaña, “Actuar es arrancarle a la angustia su certeza”. Actuar me remite a apostar, a poner en juego las chances del azar y la incertidumbre sobre la posibilidad de “perder algo”. Podemos pensar en la angustia a la “acción” de un modo compulsivo, impulsivo, que se puede manifestar en acciones sintomáticas, acting out, pasaje al acto, como acciones obturadoras del malestar de la angustia que generan más malestar, “tener que hacer”, “aprovechar a hacer”, “no estamos de vacaciones”. De un modo diferente podemos pensar la angustia al “acto” como acto del sujeto encausado al deseo en tanto encuentra canales de enlace de lo singular del sujeto con el objeto que falta, pero por su condición de falta, relanza movimientos posibles aún donde el “encierro” es un hecho. Hacer lugar al malestar, hacer algo con la incertidumbre que para cada sujeto es singular.


Ebelyn Ramseyer, Psicóloga.