Clínica radial

PUNTO DE PARTIDA
Radio en la Mira es una emisora de características comunitarias que transmite desde instalaciones sitas en el Hospital “Mira y López”. Aunque este hospital ha sido abierto por las demandas de asistencia biomédica de los pobladores de la zona, aún se lee en la marquesina de mármol del portal principal: HOSPITAL PSIQUIATRICO, designación igualmente difícil de borrar de las referencias de la ciudad. La nueva nominación de “policlínico” contrasta con la figura del psiquiatra español al que le debe el nombre, mucha de su estructura fundacional y quién fue su primer director.
Nacida antes de la reglamentación de la ley provincial 10772 y de la sanción de la ley nacional 26657, está inspirada en la misma voluntad de transformación de los modos tradicionales de alojar el sufrimiento mental y en la imperiosa necesidad de erradicar la lógica manicomial en todas sus manifestaciones asistenciales, incluido el establecimiento edilicio de la internación crónica, traducción pétrea de una ideología de segregación y exclusión de la diferencia en función de la salud social; medicalización y patologización de las crisis subjetivas y estigmatización “de por vida” de las personas que hayan requerido sostén para superar vicisitudes de su historia.
Tomando la letra de estas normas legales definimos a Radio en la Mira como un dispositivo alternativo (a los modos tradicionales de tratamiento) en Salud Mental. De su variada clasificación: culturales, laborales, recreativos, sociales, etc, enumeración no taxativa que se puede encontrar en los art. 18 de la reglamentación de la primera y del art. 11 de la segunda, entendemos y diseñamos a Radio en la Mira como un dispositivo clínico.

El término dispositivo -utilizado en la terminología del campo de la Salud Mental y en la mención textual de los artículos referidos- tiene una larga tradición en filosofía, por tomar solo la contemporánea. Influidos por la versión foucaultiana del concepto disponemos todos los ejes de la emisora radial supeditados al objetivo clínico fundamental: la producción de discurso susceptible de ser compartido por la comunidad circundante, o la representación imaginaria que nos hacemos de ella. En tanto dispositivo la meta de su diseño es que su funcionamiento implique por su misma operatoria efectos saludables, siempre y cuando se sigan las pautas de “producción” que nos son propias. Razón por la cual los miembros del equipo interdisciplinario de Coordinación entrecruzan funciones propias de un medio de comunicación con otras habituales para un servicio sanitario no asistencial. En estas articulaciones siempre es la perspectiva clínica la que define decisiones y necesidades, incluso los roles tradicionales de los medios en esta emisora están supeditados a razones clínicas.

El término “clínica” es acreedor de una tradición mucho más antigua aún que la del término dispositivo. Etimológicamente hace referencia al vocablo griego para lecho, lugar en el que históricamente confinan las dolencias a las personas. Pasando en una síntesis simplista mucha de la tinta destinada a este tópico, entendemos la clínica como la lectura de la subjetividad en juego en cada sujeto que se acerca y al intento de comprensión de una lógica subjetiva singular en cada acto de las personas, aunque estos se desarrollen con otros en una escena colectiva.
La concepción de la subjetividad del Psicoanálisis que sigue las postulaciones de Freud y la enseñanza de Lacan es el marco teórico y la praxis clínica desde la que los “operadores clínicos” de la radio -psicólogos psicoanalistas- hipotetizan causas y proponemos estrategias que siempre se comparten, enriquecen, modifican e incluso se llevan a cabo por diversos miembros del equipo según parezca pertinente.

Dos axiomas teóricos-ideológico-éticos y, por consiguiente, políticos  intentan hacerse acción en cada acto del dispositivo: en primer término no podemos concebir tarea de Salud Mental sin una concepción subjetiva inherente, que más o menos explicitada se trasunta en cada accionar concreto, y, en segundo lugar, la subjetividad -definida desde el Psicoanálisis- es a la vez e indisolublemente singular y colectiva, aunque el clínico debe poder distinguir esos aspectos en su especificidad esencial.
Es por ello que no suscribimos la versión “ampliada” de la clínica, ya que no concebimos mayor amplitud que apuntar a la especificidad de lo que nos hace humanos: la palabra, sus afectos y efectos completando la tarea del desarrollo embrionario en este cachorro de mamífero que recibe la vida antes de poder sostenerla por sus propios medios y, entonces, depende de sus congéneres más próximos para terminar de ser él mismo a través de los otros.

En tanto dispositivo psicoanalítico Radio en la Mira siempre apunta al sujeto y para esa perspectiva no hemos hallado una mejor denominación que la de clínica, por una parte incorporando esa larga tradición de estar cerca del sufrimiento de las personas, parafraseando a Hipócrates podemos afirmar que las dolencias humanas son siempre singulares e irrepetibles. Pero también discutiendo la modalidad médica hegemónica de clasificarlas olvidando la especificidad de cada persona, convirtiendo en patologías la mayor parte de las coyunturas sufrientes que acarrea la vida y esperando el dolor o la molestia para que alguien se acerque a un servicio sanitario.
La oferta sanitaria de Radio en la Mira la constituye en un servicio clínico no asistencial, un lugar donde se proponen modos de expresarse ante otros como ciudadano y parte de la comunidad. Además del saludable efecto de reconocimiento especular que supone ser escuchado por el otro, el trabajo de producción discursiva que se le propone al participante incluye dos movimientos paralelos que la operación clínica se propone dividir: constituir lo que denominamos mensaje propio y confiar aspectos íntimos de su persona.

Mensaje propio le llamamos al discurso destinado a los oyentes, a emitirse “al aire”, constituido por placeres, saberes, inquietudes que puedan considerarse de interés general, codificado en lengua materna, preparados con la antelación de propia de un evento público, político, e incluso familiar de encuentro con el otro. Esta preparación facilitará la espontaneidad y la improvisación intentando reducir lo im-pensado en ese discurso. Evitamos todas las producciones verbales en la que la persona “es hablada por otros”, en principio el delirio, fantasías singulares o saberes no compatibles con las versiones imaginarias comunicables; pero además los discursos fundamentalistas y dogmáticos de cualquier tipo, es decir,  aquellos que no se puedan cuestionar, interpelar y desconozcan por su esencia el aporte inesperado del otro. Solo cuando el equipo haya comprobado la existencia de mensaje propio se aporta cierta estética radiofónica y se estructura el formato de programa radial.
En consonancia con los principios de las leyes citadas, el tratamiento en salud mental es un derecho garantizado por ellas en ámbitos privados y bajo absoluto secreto y respeto de la intimidad. Es por ello que en Radio en la Mira lo personal compartible se convierte en proyecto radiofónico y lo personal íntimo se comparte con el equipo por otros canales: reunión de compañeros, charlas personales con algún miembro del equipo, búsqueda de colaboración, a veces entrevistas singulares. Tratando de aprovechar cada ocasión para interrogar al sujeto, desmitificar creencias coaguladas, desterrar prejuicios y abrir perspectivas complejas para pensar cualquier temática de nuestro interés, apostamos a construir más y mejores preguntas que respuestas.
Algunas veces de esas conversaciones surge una demanda particular por un espacio de trabajo singular con un especialista. A veces desde un vínculo amistoso compartimos situaciones y eventos que se tramitan en la radio pero nunca “al aire”.
Perseguimos efectos clínicos y saludables, desterrando el término terapéutico. Desde la ética del Psicoanálisis las respuestas a proponerse por parte del sujeto a las preguntas que pudiéramos acompañar a instalar se sustentan de sus decisiones, responsabilidad y apuestas. Como hoy enuncian las normas citadas, todos los sujetos son capaces y poseedores de una libertad constreñida por circunstancias históricas, determinada en  buena parte por sus decisiones y elecciones anteriores. Terapéutica connota una respuesta universal que remedia una situación codificada por algún sistema clasificatorio, y generalmente, se espera de un experto que la proporciona o indica.
Retomamos un término muy utilizado, desde Freud y Lacan, por muchos psicoanalistas interrogándose por los efectos de la práctica del Psicoanálisis: el de operación u operatoria. Haciendo contrapunto con la función del radiooperador, denominado también “operador técnico” en el lenguaje radiofónico, dimos en nombrar como “operadores clínicos” a los psicólogos psicoanalistas del equipo. De éstos se aguardan lecturas subjetivas que den cuenta de la singularidad de cada locutor o situación en análisis, aunque las intervenciones puntualmente diseñadas puedan ser llevadas a cabo por otro miembro del equipo. Reinvindicar el concepto foucaultiano de dispositivo implicó pensar sus coordenadas de modo tal de que, siguiendo las normas de funcionamiento previstas, sus efectos se comprueben regularmente, y sean las excepciones las que motiven el análisis particular de cada caso.


En Radio en la Mira intentamos convertir en praxis cotidiana mucho de los principios con los que recomendaciones internaciones suscriptas por nuestra constitución prescriben las características generales de los servicios de Salud Mental:
  • Accesibilidad: Radio en la Mira está abierta y disponible para todos, como sujetos diferentes. Alojar esas diferencias sin que eviten el lazo con los demás es el primer paso para el encuentro.
  • Heterogeneidad: recordando el aforismo acuñado a partir de las formalizaciones de Enrique Pichon-Rivière: “a mayor heterogeneidad en el grupo mayor homogeneidad en la tarea”, convirtiéndolo a su vez en postulado político, apostamos a construir una colectivo de trabajo que admita y respete las diferencias.
  • Transversalidad: El equipo de Coordinación no detenta el poder sino solo ciertos saberes específicos y una cuota diferente de responsabilidad frente a las autoridades, en ese marco propone algunas modalidades de funcionamiento que habilitan la permanencia en el dispositivo a modo de pago simbólico, que no son las únicas posibles sino las nuestras. A cada participante se le reconoce capacidades, saberes y experiencias propias que se comparten en la medida que el interesado desee: con su audiencia, con pequeños grupos de locutores o con el equipo.
  • Partir de la salud y no de la enfermedad: esta vieja declamación sigue obstaculizada en la práctica por la necesidad de un diagnóstico para ingresar en los programas terapéuticos de corte público de gestión estatal o de gestión privada. El dispositivo psicoanalítico en si mismo, incluso en la gestión privada, se basa en el anhelo de cualquiera de acceder a una práctica que considera con efectos saludables solo_ y no tan solamente_  porque quiere. Para participar de Radio en la Mira se requieren ganas, alguna producción discursiva para compartir y entender que cada persona vale lo mismo que yo. Nunca un diagnóstico, un malestar o alguna demanda asistencial. En caso de aparecer alguna de estas cuestiones, constituirán algún punto en cierto tramo del camino y nunca punto de partida. Tampoco de llegada: ya que en el proceso de la vida, lo que llamamos pérdida de salud no siempre coincide con lo que las ciencias medicas denominan enfermedad, no lo hace en biomedicina mucho menos en Salud Mental, y cuando así fuere será siempre momentáneamente de modo  parcial y transitorio.
  • No-asistencial: la palabra asistencia carga con otra de las pesadas herencias que tratamos de vaciar como trabajadores de la Salud Mental preocupados por la carga ideológica de las palabras y acciones que usamos. Desde el punto de vista sanitario tradicional en el punto anterior hicimos referencia a la centralidad de la enfermedad para que alguien se dirija a un centro de salud con una solicitud concreta. Desde el punto de vista social, el asistencialismo social representa -de manera más o menos imaginaria- una serie de necesidades de la que adolecen los pobres. En Radio en la Mira se concibe el deseo de ser escuchado, ser reconocido, ofrecer y recibir producciones simbólicas y culturales como necesidades vitales relacionadas con el placer de vivir y la satisfacción que producen, más allá del bagaje básico para preservar la vida biológica y relacional mínima.
  • Causación del deseo: En las viejas mitologías manicomiales existía la creencia -que obstaculizaba actividades lúdicas, teatrales o artísticas-  de que éstas alteraban a los (deseados) “pacientes”. A pesar del avance tecnológico de las últimas décadas la mayor parte de las terapéuticas utilizadas en Salud Mental merecen la descripción generalizada de “calmantes”: y no estamos haciendo referencia solamente a los productos farmacológicos, sino pensemos: ¿qué imaginario colectivo se expresa cuando designamos a la tarea esperada de un psicólogo o trabajador social como “contención”? La contención física con grilletes primero, el famoso chaleco de fuerza luego y el denominado chaleco químico perviven en el uso de este término. Sin mencionar que a pesar del logro que significan las normas legales mencionadas todavía en muchas internaciones, por razones de salud mental hoy, cada día, en nuestro país, en nuestra ciudad, en nuestro hospital, las personas son “fijadas” a las camas con lazos y nudos concretos.
   Por ello Radio en la Mira no admite pacientes, sino ciudadanos deseosos;   personas sensibles con ganas de compartir sus riquezas propias, sus vivencias, información y conocimientos. Los llamamos “locutores” por la connotación a    un discurso cuidado. Todos tenemos qué ofrecer y necesidades diversas.
  Pensamos la salud relacionada con el movimiento, el deseo, la pasión y la   búsqueda, de modo tal que si tuviéramos que enumerar las metas saludables de   Radio en la Mira: in-quietar, despertar, causar deseos, con-mover, impacientar,    transmitir, transformar, afectar, modificar.

Atravesados por la ideología que intentamos desterrar, como dice Freud, nuestras ideas se escapan por la punta de nuestros dedos en las acciones cotidianas. Eso determina la posición de vigilancia epistemológica del equipo de Radio en la Mira por la cual ninguna tarea se asume automáticamente, ni por fuerza de usos o tradiciones, cada estrategia se piensa y lee a la luz de autores psicoanalistas, sociólogos, antropólogos, politólogos, filósofos e innumerables pensadores de diversos ámbitos. El profundo respeto por la complejidad de la subjetividad humana hace que muchas más veces tengamos pocas certezas y mucho que aprender y teorizar antes de intervenir. Como afirma Lacan: “no hay nada más estrambótico que la realidad humana” y “nada de lo humano puede sernos indiferente”. Es por ello que cuando los pobladores que se sienten convocados por nuestra oferta no reciben etiquetas prefabricadas, ante su demanda tenemos la tarea previa de conformar marcos de inteligibilidad para abordar realidades que nos son desconocidas.

Cuando dialogamos con los interesados o contamos la tarea de la radio decimos frecuentemente que la producción radiofónica es la excusa con la cual armar mensaje propio en cada locutor. Sin embargo, a la producción -como objetivo del dispositivo de salud- no le cabe el limitante calificativo (radiofónica), incluye: producir marcos de inteligibilidad, producir la artística identitaria de la emisora, producir contenidos desde nuestra perspectiva política-estética y ética, producir cortes promocionales de temas que nos interesa difundir, producir lazos con instituciones, personalidades, estamentos del estado, entre otras. La producción como meta no se constriñe a los locutores, incluye al equipo; sus efectos tampoco. Confiamos en la posibilidad de Radio en la Mira de modificar subjetivamente, por que ya lo ha hecho con nosotros.