EXPERERIENCIA EN TRÁNSITO DE CUARENTENA



Estar en común –escribe Jean-Luc Nancy o estar juntos
y aún más simplemente o de manera más directa, estar entre varios (…)
es estar en el afecto: ser afectado y afectar.
Es ser tocado y es tocar. El “contacto” –la contigüidad, la fricción, el encuentro y la colisión
es la modalidad fundamental del afecto entre varios.
La Comunidad Enfrentada. J L Nancy

Transitando una primer experiencia de cuarentena por una pandemia, decido tomar nota de algunas ideas, pensamientos que se van presentando, que estimo surgen como efecto de la propia experiencia de distanciamiento pero también y fundamentalmente como efecto de lo que implica en éstos días, la práctica analítica tanto en el espacio público de salud mental como el espacio de privado. Y la adecuación de la práctica docente dado que, en los dos casos implementamos las alternativas tecnológicas como vías de encuentro posible. 

El llamado teletrabajo vía online, y el uso de diversas plataformas de videocomunicación son los medios actuales a los que recurrimos para sostener los tratamientos, los abordajes clínicos en Salud Pública y la práctica docente en la Educación Pública. 

Ambas prácticas, donde la función de analista y docente está implicado en la escena tanto del dispositivo analítico como del espacio universitario, es decir las reflexiones atraviesan mi posición, siendo parte de ellas y no como espectador pasivo de las mismas, dando por sentado que ambas funciones son distintas y cada una implica una posición particular y diferente. Aunque ambas estén hilvanadas por la posición ética del psicoanálisis. 

Entre las notas, surgen preguntas que decido hacerles lugar, teniendo en cuenta que la práctica del psicoanálisis implica entre otras cuestiones, hacernos responsables de tomar la palabra tanto así en cuanto a lo que decimos como de lo que silenciamos. Aún durante las condiciones a las que nos enfrenta ésta cuarentena en la que vamos día a día elaborando, definiendo y re significando las vivencias, ideas, reflexiones y actos. 

Inicio éste escrito un día antes de pasar otro aniversario de la tremebunda y dolorosa inundación de Santa Fe del 2003 y encuentro las actuales notas periodísticas que explotan, de dolorosas y terribles situaciones que se suman a la oscuridad del aniversario citado. Las muertes por Covid19 en Italia, España y los contagios con igual destino en EE.UU y Brasil sumado a las noticias sobre los datos estadísticos de los Femicidios en Argentina que parecería ser que no tienen un freno posible. El mes de Marzo de éste año, hubo más muertes de mujeres por femicidio que días del mes. También hace pocos días se realizó el desalojo de un geriátrico en Bs As, con varios casos supuestamente de coronavirus, tanto de residentes viejos como trabajadores. 

La evidencia cotidiana mundial nos enfrenta al virus para el cual las respuestas fueron organizándose en función a las directrices que la OMS fue determinando, junto a los comités de expertos que cada gobierno de cada país convoca. Asistimos a un fenómeno planetario donde se hace foco y así debe ser, en la emergencia sanitaria, situando el discurso de las ciencias en el centro de la alta complejidad pandémica. 

Pero también entendemos que dicha emergencia sanitaria no implica un foco unívoco y sesgado. En todo caso se tratará de un multifoco, donde la luz sea más abarcativa. Si consideramos la salud como ésa construcción integral que comprende mucho más que la dimensión biológica, tendríamos también que estar atentos, tanto a lo biológico como a la dimensión social, económica, política. Y por lo tanto observar, alojar y “escuchar” la dimensión subjetiva. 

Los especialistas en epidemiología confirman la hipótesis de que cada pandemia se va constituyendo desde determinadas condiciones, las cuales participan en el empuje específico de la pandemia. Es decir, afirman que éste fenómeno no aparece de la nada, sino que tienen que propiciarse ciertas condiciones de posibilidad para que “eso” sea posible. Es decir, las condiciones científicas, políticas, sociales, económicas van abriendo camino o no, para que el desarrollo de éstos fenómenos epidemiológicos emerjan en el mundo. 

Científicos, epidemiólogos, en diversas partes del mundo anticiparon el Covid19 y Bill Gates habría advertido, hace unos años atrás, que un nuevo virus se expandiría en el mundo. Es decir en cuanto tal, podemos pensar desde el psicoanálisis que (como ya señalaron varios psicoanalistas), no estaríamos frente un real sin ley, dado que hubo advertencias a niveles internacionales. Quienes estaban al tanto de tal virus, dieron aviso. Por lo cual sí podemos pensar como real a las respuestas de cada uno o una, une, frente a la pandemia. Las respuestas que se desarrollan en tanto imprevistas, serían respuestas contingentes, de uno a uno. 

Los modos diversos de responder a cada fenómeno social, político, económico estará asociado a la posición de cada sujeto en función del modo con que venía trenzándose en el lazo social. Las respuestas de cada quien se construirán de acuerdo a las herramientas subjetivas y colectivas que en el mejor de los casos producirán un relieve que mezcla el condimento de lo inesperado y lo incalculable con que sorprendió la llegada excepcional del Covid19 y sus consecuencias. 

Poniendo en el lugar privilegiado de funcionamiento a las políticas de Estado, que se activarán en tanto y en cuanto sostengan la decisión de amparar y gobernar para el pueblo, como viene, aún con dificultades, apostando el actual gobierno. Y no gobernar exclusivamente para las desmedidas del mercado que tienden a las políticas neoliberales. 

Más allá de la lectura de la nueva realidad que se nos impone, pienso en la confirmación una vez más de aquel modo freudiano de postular las heridas narcisistas de la civilización. La pandemia hace que la omnipotencia humana tropiece una vez más con las enfermedades y la muerte, que nos recuerdan los conflictos y dificultades que la naturaleza, la biología plantea. Pone un límite que nos hace volver a tomar nota sobre la fragilidad y nuestra condición de finitud. En el caso que el origen de ésta pandemia esté vinculada algún equívoco humano con otra especie. Cuestión que aún no sabemos claramente, pero aunque supiéramos, retorna el recordar la verdad de nuestra condición de mortales, ésta vez se nos presenta bajo el rostro siniestro del ave de la noche. 

¿Como impacta el distanciamiento en las subjetividades de la comunidad? En principio es importante preguntarse, que es el distanciamiento o en qué consiste. Es decir, ¿a qué nos referimos con distanciamiento? Contrario al enunciado del epígrafe. Se nombra, se instala el imprescindible distanciamiento social, obligatorio preventivo, lo cual implica suspender todas las actividades sociales, laborales, recreativas, de estudio. Pero también implica no circular por las calles, ni plazas, ni ningún espacio público, ni privado. Suspendiendo toda actividad que implique reunión, encuentro. Se suspende, el estar juntos al menos con aquellos con quienes no convivimos. 

Por lo cual, lo que queda es que cada uno se quede en su casa o donde sea que viva, en el barrio donde se encuentre. Con algunas excepciones como ser algunos trabajadores del estado que están al servicio de la atención en la pandemia. Tal medida preventiva se convierte en la única o más acertada posibilidad de evitar los contagios. Conclusión que viene siendo el modo de cuidado más efectivo que se ha encontrado en el mundo. 

Pero también entendemos que dicha posibilidad preventiva no se activará para todos igual. Teniendo en cuenta que en cada comunidad existen instituciones, poblaciones, territorios que están más expuestas al Covid19 dadas las condiciones preexistentes. Y que tal exposición adquiere mayor complejidad dada las medidas de distanciamiento preventivo obligatorio… (no todos navegamos en el mismo barco, circula en redes, algunos en cruceros, otros en barcos, lanchas, canoas, otros en gomones o a esfuerzo de nadar.. con ésas diferencias vamos intentando sostenernos a flote en el mismo océano, dada la expansión mundial del Covid19) 

Lo nombramos en preferencia distanciamiento, ¿pero por qué se suele confundir con aislamiento? ¿El aislamiento tiene mayor impacto en la convivencia de tales poblaciones de riesgo? Aunque el distanciamiento según como se lo interprete y se lo transite podría pasar a funcionar como un lugar y modo de resguardo, paradójicamente también puede ser sensiblemente peligroso cuando se transforma en aislamiento. El lugar de los protocolos vienen tomando predominio como respuestas uniformadas, estandarizadas, lo cual permite La orientación y dirección fundamental, en cómo responder frente al Covid19. 

Pero, observamos, no se registra una orientación efectiva en función de pensar y escuchar los efectos que las vivencias de distanciamiento traen. Es decir la supresión de la organización vital cotidiana implica un corte, impedimento y privación de los vínculos que constituyen la vida y ordenamiento de una comunidad. En éste ordenamiento de la comunidad están insertas las instituciones que intentan mediar y regular los conflictos que habitan el lazo. O intervienen como terceridad. Regulación que intenta poner coto a la segregación histórica de niños, locos y mujeres. 

Nuestra observación e intervención como analistas en el campo de la salud mental, puede ir en la dirección de abrir camino, situar el riesgo y advertir que el distanciamiento no se constituya en aislamiento. Recordando la trasmisión de M. Foucault (Historia de las locuras y Arqueología del saber) las prácticas de aislamiento y encierro fueron las respuestas más reaccionarias que se instalaron desde la modernidad. Aislando a los locos y a los viejos. Se trata de un punto de observación que apunta a no perder de vista la historia en la cual las prácticas de aislamiento social se fundaron a partir del discurso de las ciencias. 

De lo cual vale hacer una breve mención respecto a los efectos que el aislamiento produce en función de pérdida de libertad que encarna la tristeza y el empobrecimiento del deseo que debilita la condición humana. Los locos, los viejos, las mujeres, los pobres y los niños componen las poblaciones históricamente situadas en complejidades vulnerables. Poblaciones que hoy quedan expuestas a través de un distanciamiento que en nombre de la protección y cuidado sanitario, deseamos no mute a un aislamiento y encierro que bordee la vulneración de derechos. La obligatoriedad del distanciamiento pone en jaque aquellas situaciones donde la violencia se vuelve escena cotidiana. 

La constitución del lazo con el semejante tiene un componente amoroso pero también de agresividad que cuando se radicaliza entra en zonas riesgosas, por lo cual dicha obligatoriedad puede no ser conveniente y requerir de cierta flexibilización que habilite una salida permeable cuando la tensión aumenta. Por ejemplo, que por la distancia, los viejos no queden solos o aunque acompañados no queden en situación de desventaja, expuestos a las complejidades que se constituyen cuando las instituciones se transforman, aunque sea temporalmente, en instituciones con prácticas de asilares y encierro. Los femicidios, los abusos, son los representantes de los efectos más dolorosos de dicha tensión, que cuando se radicaliza manifiesta las expresiones más extremas del patriarcado y los sistemas de dominación en el lazo. 

Otra cuestión a sumar es el tratamiento que se establece frente a la muerte de las personas por Covid19, es decir cuáles son las posibilidades de respetar los derechos de realización de ceremonias, rituales de sepelios que requiere la despedida de los familiares.

Los duelos vienen a tomar un lugar en los modos de responder frente a la pandemia, lugar que será habilitado en los casos que puedan ser escuchados y acompañados frente a las perdidas diversas a las que nos ha enfrentado éste fenómeno. 

Paradojas de la Vigilancia Digital

Las novedades de ésta Era pone en escena la Vigilancia Digital como predominio del control social. Pero también encontramos paradojas al respecto. ¿Cuándo el control social se configura para el cuidado y cuándo se configura para el disciplinamiento? Esta cuestión abre otras preguntas como ser cuál es la vigilancia o control respecto a las prácticas que se sostienen en los lugares de alojamientos de adultos mayores, nuestros viejos, o cómo se establece la comunicación con aquellos grupos vulnerables donde el maltrato y o violencia de género son prácticas cotidianas. 

¿Qué medidas y condiciones se crean para sostener y poner en acto, las enunciaciones más claras y de buenas intenciones? Si la recomendación en Salud mental es que los ciudadanos no interrumpan sus tratamientos, ¿cómo se organizan las condiciones necesarias de posibilidad para que dicha continuidad se ponga en juego? Elementos básicos de bioseguridad, teléfonos accesibles etc. El aislamiento y distanciamiento, la limitación para circular, la restricción de las libertades no son sin consecuencias en el lazo social. 

El impacto y efectos de las medidas preventivas en las subjetividades comienzan a expresarse. El distanciamiento intenta controlar los contagios del Covid19, lo cual es fundamental sostener dicha medida, pero también es conveniente pensar en cómo vamos a acompañar y elaborar los efectos que se traducen en los cuerpos parlantes afectados por la opresión del encierro, el temor y la amenaza de muerte como también los duelos. 

El psicoanálisis nos trasmite que no hay vida posible si no somos hablados y escuchados por el Otro. Sin contacto y libidinización que viene del Otro, la vida, el cuerpo viviente no podría sostenerse. Si al distanciamiento no se le insertan modos de contacto posible, donde las palabras, las miradas y la escucha tengan lugar. La proximidad de los cuerpos, las miradas y las palabras recibidas tiene una función vital en las personas a cualquier edad. El cuerpo es vibrante, resuena, en tanto y en cuanto estamos inmersos en una trama con otros, otras, otres, que nos sujetan, nos liga y a la vez participamos de tal sujeción. Dejándonos tomar y a la vez sujetando a otros. Sosteniendo una alteridad que compone la trama como una red. Propiciando encuentro y desencuentro. Un colchón simbólico que nos sostiene y nos constituye. La trama, red también nos aloja y habita en la posibilidad de una organización temporal. 

Suponer que el cuerpo biológico y el sistema inmune puede alimentar más y mejores defensas en condición de soledad es un error. Por lo cual interrogo las coordenadas que se pensaron respecto a la salud integral contemplado en la Ley Nacional de Salud mental y qué fue de ésa lucha que implica intervenciones entre varios saberes y prácticas. 

Entre otras situaciones también es importante pensar respecto a la soledad de los pacientes contagiados de Covid19 que quedan en condiciones de aislamiento y no ven más a sus familiares, los cuales (paciente y familia) pueden soportar fantasías de desaparición. Angustias que pueden impactar en el incremento de padecimiento atravesado por la incertidumbre del devenir de la enfermedad. Por lo cual en nombre del cuidado se vuelve imprescindible sostener marcos de confianza, escucha y contención tanto con pacientes como con trabajadores expuestos y evitar actos y decisiones arbitrarias que puedan vulnerar los derechos de las personas. La condición fundamental de “transitoriedad” de la cuarentena propicia a pensar, detenernos en una espera necesaria para luego recuperar una cotidianeidad que aún no sabemos de qué se tratará. 

Considerando el valor indiscutible que la ciencia tiene hoy por el lugar fundamental de intervención, tanto por la atención a los pacientes contagiados como en la búsqueda de una vacuna, cura o lo que fuere que nos permita evitar los costos mortíferos que está trayendo. Es conveniente construir un puente que instale el registro de ése otro cuerpo vibrante, el cuerpo del sujeto hablante, que fue y es hablado, mirado, deseado. Puente que facilite el ir y venir de ésa composición carnal que late, piensa, siente y habita en el cuerpo orgánico y que influye e incide directamente fortaleciendo las defensas necesarias para vivir. Y el dispositivo analítico cuenta con las herramientas del acto escucha y palabra como una de las diversas formas que puede constituir su intervención implicado en los diversos dispositivos creados en el campo de la salud mental. 

Otras de las paradojas a las que nos enfrentamos es al necesario uso de la tecnología, inserto en nuestras vidas. Si bien su uso no se inicia con la pandemia, ésta logra poner las herramientas digitales en el centro o cima de la organización social. 

Y surgen otras preguntas. 
  • ¿Cómo propiciar el lazo vía online, el lazo escolar, maestros, alumnos?
  • El lazo analista, analisante: ¿cómo se constituye la trasferencia? 
  • ¿El lazo entre vecinos del barrio?
  • ¿Cómo se construye el amor de transferencia cuando se pone en juego el inicio de un tratamiento por vía telefónica? 
  • ¿Cómo se establece la presencia real del analista ? 

Claro son preguntas que implican una determinada población que sería la que tiene acceso a tales herramientas. Teniendo en cuenta que coexiste otra parte de la población la cual no cuenta con tal acceso. 

Cómo producir, en tiempos de distanciamiento, una presencia que convoque, aloje, provoque una respuesta. La demanda viene de Otro. Se construye bajo determinadas condiciones. ¿Cómo se pone en juego con los elementos digitales de por medio? ¿Hay diferencias? ¿Cuáles? 

La posibilidad de seguir conectados, enganchados entre sí, enlazados es el modo para sentirnos menos solos. Para sentirnos que no estamos aislados, para ficcionalizar que establecemos una relación "entre" ése adentro afuera, que no todo el tiempo es adentro y que puede haber un adentro espacial con un afuera temporal. 

Posiblemente podamos hablar, escribir, debatir más sobre éstas cuestiones pasado el tiempo y ya no estemos en "tránsito" de cuarentena pero por ahora interactuar por medios tecnológicos nos habilita a sostener el lugar de seres parlantes y descubrir nuevos modos del lazo social. Pero sin olvidar que la Era digital trae aparejado otras versiones convenientes a tener en cuenta, como la que, por ejemplo, Éric Sadin (2018) en su libro La silicolonización del mundo, la irresistible expansión del liberalismo digital, decía en un párrafo bajo el subtítulo de "Ceguera respecto del modelo civilizatorio":

Pasamos de las funcionalidades administrativas, comunicacionales o culturales a un poder de guía algorítmica de nuestras vidas cotidianas y de organización automatizada de nuestras sociedades. La vocación de lo digital franquea un umbral y hoy vemos una extensión de sus prerrogativas sin parangón, que otorga un poder fuera de toda norma y asimétrico respecto de aquellos que lo moldean. 

Lo que se está implementando es una visión de mundo basada en el postulado tecnoideológico de que hay una deficiencia humana fundamental que va a ser salvada por los poderes afectados a la inteligencia artificial, que aumentan y varían sin descanso. Y en esto, la inteligencia artificial representa la mayor potencia política de la historia, ya que se la convoca a personificar una forma de superyó dotado en todo momento de la intuición de la verdad y que orienta el curso de nuestras acciones y individuales y colectivas hacia el mejor de los mundos posibles. 

El filósofo y escritor francés, Éric Sadin, lee y a la vez interpela, entre otras cuestiones, los modos de naturalización y sometimiento masivo que la civilización realiza frente a lo que está dado a llamar Silicon Valey y los efectos de globalización. Google, Netflix, Apple, múltiples aplicaciones, redes cibernéticas, plataformas de comunicación, termómetros digitales y Drones. 

Para concluir o al menos hacer un corte, un punto a éste esbozo de ideas en tránsito de cuarentena, solo es posible hacerlo a través de otra pregunta. Pregunta que quizá nos sume al síntoma generalizado del desvelo en las noches de pandemia:

¿Serán las catástrofes virales y la inteligencia artificial los responsables de que el estar en común, o el estar juntos y ser afectados y afectar, el ser tocados tanto en la fricción como en el encuentro como nos provoca Jean-Luc Nancy quede vedado bajo distanciamiento obligatorio para siempre? 

Pregunta que probablemente al menos por ahora no tenga respuesta. Pero desde Freud y Lacan a ésta parte podemos considerar que es en ésa no respuesta, donde quizá esté la posibilidad de que quizá sea en ése saber del inconsciente, saber que no se sabe, pueda anidar un nuevo invento (¿onírico?) donde la civilización crea y cree nuevos modos de contacto, nuevos modos de estar juntos. 



Silvina Carmona

Psicoanalista