A 100 años de "Más allá del principio del Placer"
Este 2020 se
cumplen 100 años de la publicación de unos de los escritos pilares del discurso
psicoanalítico.
Publicado en
1920, “Más allá del principio del placer” (Jenseits des Lustprinzips) de
Sigmund Freud produce, no sin el descontento de muchos de los seguidores, el
tan importante giro teórico de los años ‘20.
Con antecedente
en “Lo Siniestro” (Unheimlich) en 1919 se vislumbra el resquebrajamiento del
primer dualismo pulsional, dividido hasta el momento en pulsiones sexuales y
yoicas, presentándose al acontecer demoníaco como destino funesto. Hayamos ahí
los gérmenes del nodal desarrollo de 1920: la pulsión de muerte.
Ante su
presentación y de manera automática, la pulsión de muerte soporta ser no solo
uno de los pilares de la clínica; también muestra ser un conflicto para los
mismos psicoanalistas haciendo síntoma en la relación con la teoría. La pulsión
de muerte pone en evidencia que el psicoanálisis como discurso va en contra de
la correspondencia con las situaciones ideales.
Derrida lo señala, “Más allá del principio del
placer” muestra a su autor, en su paso a especular como se estructura en la
desestructura de la herencia filosófica, pudiendo al fin desestimar tan intolerable
destino para el revolucionario descubrimiento del inconsciente.
Experiencias clínicas, correspondencia con
discípulos y discípulas, situaciones personales desembocan en este paso en
donde Freud argumenta con mucha audacia y sin temor, entre deudas reconocidas y
no reconocidas. El resultado, dejar de evitar lo inevitable: el inminente
efecto de la muerte en el psiquismo.
Fundante en
varios aspectos, es ineludible el sustento que aporta al concepto de repetición
cuyo estatuto previo se diagrama como obstáculo a recordar, siendo ligada a la
represión. Después de 1920 la repetición muestra su vertiente previa a la
instancia represiva, situación que lleva a repensar las dificultades que
acarrea la metapsicología del aparato psíquico apoyado en la búsqueda de placer
como elemento económico del mismo. Si el aparato psíquico admite sin reserva el
dominio del principio del placer, Freud se interroga en torno a lo
displacentero aportado por la compulsión a la repetición y sostenido como
proceso primario. Ahí el fundamento de la muerte en la economía dentro
del aparato psíquico, alterando radicalmente la metapsicología del mismo hasta
ese momento.
Responsabilizándose con su edición de la crisis terapéutica analítica, al modo en que sólo Freud pudiera hacerse cargo, inaugura el armazón de la segunda tópica e incorpora de manera definitiva el concepto de agresividad, inseparable de la constitución subjetiva que lleva a este escrito al apogeo de la experiencia freudiana, instalando una deuda que nunca será saldada por nuestra parte, al menos en los próximos 100 años.
Por Leonardo P. Galuzzi